La biología sigue unas leyes que velan por la supervivencia y el placer (en ese orden), así que cuando manifiesta algún síntoma… ¡Atención! No se trata de una simple casualidad. Responde a una causa y habrá que buscarla.
Existen muchas razones que «explican» la infertilidad masculina. La más común es la baja calidad del semen, porque contiene pocos espermatozoides o porque no se mueven correctamente.
También puede deberse a alguna enfermedad de los testículos, a trastornos relacionados con la eyaculación o a deficientes niveles de testosterona (la hormona masculina). E incluso a veces responde a motivos que seguramente te sorprendan…
El trastorno emocional
Determinadas vivencias y memorias transgeneracionales son capaces de llegar a bloquear la fertilidad de un hombre.
Por ejemplo, la experiencia de haber dejado embarazada a una mujer sin buscarlo, o haberse sentido abandonados por su padre y carecer del referente necesario para traer un hijo al mundo.
Esa impronta emocional, grabada en el inconsciente, se traduce en una «solución» biológica que consiste en disminuir o anular su potencia masculina.
En otras palabras: para evitar que se repita la historia, el organismo responde alejando cualquier posibilidad de procrear.
¿Cómo lo hace? Continúa leyendo y lo descubrirás…
Conflictos en lo masculino
La prioridad del individuo es sobrevivir; por lo tanto, va a reaccionar ante cualquier potencial amenaza. Así, cuando ha atravesado por una experiencia traumática, adoptará medidas para que no se repita en su clan. Por ejemplo:
Azospermia y oligospermia
Alteraciones que ponen en riesgo la continuidad de la especie. En el primer caso, por la ausencia de espermatozoides en el semen; en el segundo, por su escasa cantidad.
No resulta extraño encontrar, detrás de patologías de este tipo, un sentimiento de infravaloración: «No voy a lograr ocuparme de una familia», «No sabré proteger a los míos»…
Quizás un trauma provocado por la pérdida de un ser querido o por el recuerdo de un padre violento haya hecho mella en la propia autoestima, hasta el punto de imposibilitar la descendencia.
Al mismo tiempo, la impotencia sexual rebaja aún más la «hombría», de modo que se crea un bucle complicado de resolver.
Criptorquidia
Si los testículos no están adecuadamente alojados en el escroto, tampoco habrá fecundación posible. Se conoce como criptorquidia.
Hay quien la interpreta como una forma de castración que manifiesta un conflicto con un padre autoritario y distante: por miedo a superarlo como hombre, mejor seguir siendo niño y, en consecuencia, no engendrar.
Para algunos, que los testículos no desciendan revela una maniobra de la naturaleza para esconder la masculinidad. Tal vez mamá prefería una niña y ha nacido un varón, que ha optado por ocultar sus atributos y «compensar» la decepción.
Varicocele
A nivel simbólico, el varicocele –tumor causado por la inflamación de las venas del escroto– refleja inseguridad y falta de confianza a la hora de proteger a la prole.
La sangre acumulada provoca la hinchazón, de ahí que la infertilidad derivada de esta patología se entienda como un complejo por las impurezas heredadas de la familia y que el inconsciente biológico no se arriesga a transmitir.
Hidrocele
Teniendo en cuenta que el líquido simboliza a los referentes, el hidrocele –acumulación de agua entre las capas que forman el escroto– indica un bloqueo relativo a la incapacidad para desempeñarse como padre protector, por falta de un modelo en el que basarse.
Bloqueo de la próstata
En el reino animal, una actitud fuera de la norma hace peligrar la especie, ya que el individuo que se la salta suele ser atacado. Y como cabe esperar, el organismo reaccionará a fin de garantizar la supervivencia.
Desear a una mujer que no es la propia, sentirse atraído por personas del mismo sexo, excitarse con prácticas que se salen de lo establecido o no sentirse a la altura de la pareja… significa una temeridad.
¿Y qué mecanismo de defensa encuentra la biología? Bloquear la función de la próstata y provocar desde una hipertrofia a una prostatis o un cáncer.
Eyaculación precoz
El pene, símbolo por antonomasia de la virilidad, pierde su esencia cuando se utiliza simplemente para liberar las tensiones de la mente. De hecho, la eyaculación precoz está relacionada con este tipo de urgencia.
El miembro viril no necesita impulsividad para proteger, para mantener el orden o merecer respeto.
Al contrario: expresa todo su vigor ante la belleza y el placer de una presencia femenina.
Impotencia
Un maltrato del pene lleva al abuso y a la violencia, energías vacías que, en definitiva, reflejan impotencia. Para contener esa agresividad, existen diversas «soluciones»: fimosis (que impide asomar el grande), trombos, encorvamiento durante la erección, tumores…
Afecciones urinarias
Entre los machos, la orina sirve para marcar el territorio. Entonces, ¿cuál sería la connotación de un síntoma como la incontinencia urinaria? Sin duda, la incompetencia para delimitar el espacio propio y defender el linaje.
Las infecciones urogenitales revelarían la ira causada por la frustración.
Anorgasmia
Igualmente relacionada con la pérdida del control se halla la anorgasmia, si bien responde a otro motivo: el miedo a dejarse llevar por el placer sin límite, que según las creencias instaladas en el inconsciente, excede los márgenes de lo correcto y produce vergüenza o culpabilidad.
Mientras no se libere el lastre emocional que subyace a estas (y otras) anomalías, difícilmente podrán superarse.
Pero sí es posible. ¿Por qué no intentarlo?