La endometriosis es enrevesada hasta para pronunciarla. Prueba a decirla en alto; parece un trabalenguas.
Más adelante, en un vídeo que grabé hace un tiempo con Sara León, matrona y una de las terapeutas que nos acompaña en Las Leyes de la Fertilidad, te darás cuenta de que, además, es una patología entrometida. Sara la conoce de cerca, porque la vivió ella misma en primera persona y porque, como matrona, asiste cada día a otras mujeres que la padecen. Muchas, por cierto…
Pero antes de que sigas leyendo y conozcas lo que nuestra matrona de cabecera nos tiene que decir sobre esta patología y conozcas su caso particular y el de Anna, te invito a ver mi vídeo en el que comienzo a darte algunas claves de lo puede “esconder” la endometriosis en su origen emocional y que puede ser un motivo por el que no logres tu deseado embarazo.
Ya te he dado varias pinceladas de qué nos puede decir la endometriosis para que reflexiones sobre ello.
Vayamos por partes, o mejor dicho, por capas: las que forman el útero. Hay una externa, una intermedia y una interna, que se llama endometrio. Esta última se renueva con el sangrado en cada ciclo menstrual (si no hay fecundación) y está sujeta a una serie de cambios hormonales.
¿Qué es la endometriosis?
Pues bien: la endometriosis sucede cuando las células de ese revestimiento interno se implantan en lugares que no les corresponden o, dicho de otra manera, se meten donde no deben. Por ejemplo, en los ovarios, en las trompas, en otras capas uterinas, en el abdomen o incluso en las glándulas lacrimales.
¿Ves cómo se entrometen?
Cuando ese tejido endometrial crece de manera anómala fuera de su sitio, su comportamiento sigue siendo el mismo, así que se desprende y sangra cada mes, lo cual puede provocar intensas molestias. Por citar un par de casos: si se ha asentado en el intestino, afecta al peritoneo; si se ha infiltrado en los ovarios, produce los “quistes de chocolate”.
¿Ves como lo enrevesa todo?
Sin embargo, por revoltosa que se ponga, la endometriosis en sí misma no causa infertilidad.
Según donde se localice, tal vez dificulte el embarazo, pero no lo impide.
Existen algunas ayudas como tratamiento, y en situaciones que lo requieran, cirugía.
Pero además… nosotros le vemos otra cara, ya sabes, la emocional ?
Factores desencadenantes
No los busques, porque ni los propios especialistas los han encontrado. Al menos, desde una aproximación meramente orgánica. Se han apuntado posibles condicionantes (como un deficiente sistema inmunitario), aunque ninguno concluyente.
Teorías aparte, si cabe identificar un determinado perfil en ese 15% de población con endometriosis: mujer activa y actual, con una dinámica de vida tradicionalmente asociada al hombre.
Tiene sentido, ya que esta enfermedad manifiesta una falta de reconocimiento hacia la parte femenina, incluso un rechazo. De hecho, Sara León, como te mencionaba al principio de este post, confiesa que empezó a recuperarse en el momento en que se reconcilió con ese componente tan esencial de su identidad. Un dato verdaderamente revelador acerca de cómo funciona el inconsciente biológico…
¿Y si la endometriosis fuese la “solución” que aplica la biología para atajar un conflicto subyacente?
Hemos detectado en estos casos, por ejemplo, sin ir más lejos, el deseo de ser madre, frustrado por la creencia aprendida o heredada (y fuertemente instalada) de que concebir un hijo sin haberse casado antes o vivir según la norma (lo que cada una entienda como lo normal). O que la relación de pareja esté fuera de su sitio y no se sienta como el lugar adecuado para el bebé. O que el padre elegido o la propia mujer no tenga cabida en la familia o sienta que no tiene su lugar. O que no haya espacio para alojar al recién nacido, que no se tenga el nido adecuado por la razón que sea…
Vivencias todas ellas que dejan una marcada impronta y terminan aflorando. ¿De qué modo? Ya sabemos que el organismo las interpreta y resuelve… no siempre acertadamente: si en la cavidad uterina no es “normal” que haya un bebé, las células emigran y buscan fuera de su espacio la solución que no hallan dentro. En resumen: no solo persiste el problema, sino que se agrava. Lo que vivimos como una necesidad de encontrar otro lugar más adecuado para el origen y desarrollo de la vida, se traslada a nuestro cuerpo y la biología intenta encontrar esos otros lugares saliendo del sitio que debería ser pero no es.
Anna Pla, es otro claro ejemplo de todo lo que te acabo de explicar.
Su adenomiosis, receptividad endometrial desplazada, endometritis y microbiota desequilibrada, sumada al 80% de los espermatozoides lentos de su marido, hacía su caso imposible (eso les dijeron), así que intentaron hasta 5 tratamientos de reproducción asistida. Esto tampoco tuvo resultado.
En una de las FIV llegó a ver un positivo, pero a la semana se fue… un aborto bioquímico.
En enero de 2021 empezó con «Las Leyes de la Fertilidad», en abril entró en el Programa Terapéutico y en agosto de ese mismo año (2021) ya estaba embarazada de 2 meses de manera natural.
La moraleja de todo esto es que, como suelo decir, no hay ningún diagnóstico definitivo.
Indaguemos entonces en el trasfondo emocional y actuemos sobre él. Al desactivar el bloqueo, como por arte de magia los síntomas remiten y la naturaleza misma o el tratamiento médico resulta mucho más eficaz. Acabarás pronunciando endometriosis sin traba alguna. ¡Y fuera de ti!