Todo lo que nos ocurre en la vida y no lo expresamos se va guardando en nuestro interior. En muchas ocasiones nuestro inconsciente lo almacena como un dolor tan invisible que nuestro sistema de protección emocional lo minimiza hasta convertirlo en algo inadvertido.
Eso es lo que ocurre con los bebés que vivieron en nuestra ilusión. Donde se les creó un mundo repleto de amor, felicidad y cuidados amorosos.
Para nuestra mente y nuestro anhelo ese bebe fue real. El amor que se tenía para él era real, por eso, cuando no llega, cuando aparece el negativo en las pruebas o una llamada confirma que este mes tampoco será posible, algo dentro se derrumba llevándose la ilusión y los planes que se estaban construyendo.
Una vez más afrontamos una pérdida y, una vez más, hay que volver a reconstruirse y sanar el dolor invisible de un sueño interrumpido.
Sobre este tema, sobre la importancia de darle importancia y sobre cómo las madres se protegen minimizando el dolor, hablé recientemente en una entrevista con Melina, del canal Camino a la Maternidad y que he resumido para ti en este post.
En ella hablamos sobre mi experiencia en el proceso de ser madre, cómo descubrí la importancia de darle valor a cada ilusión que no se transformó en un bebé de carne y hueso, y sobre todo, cuento como con herramientas, acompañamiento y un círculo de apoyo, estas experiencias se pueden procesar para que no se conviertan en otra traba que impida la maternidad.
El dolor invisible de un sueño interrumpido
El vacío que deja la interrupción de ese deseo y el final de esa ilusión, que para las futuras madres es absolutamente real, es un dolor al que no se le suele dar mucha importancia. Es un mecanismo de defensa. Nuestra mente nos protege del dolor que causa la realidad de esa pérdida.
Pero hay que tener en cuenta que, aunque haya sido un embarazo fugaz, nuestra mente construyó esa realidad futura al completo, y cuando no termina de materializarse es una despedida de un bebé al que no se conocerá.
Es realmente crucial entender la importancia de estas pérdidas que, cuando se está recorriendo el camino hacia la maternidad, suelen ser recurrentes.
El dolor tiene la función biológica de avisarnos de lo que es importante para que le prestemos atención.
¿Te imaginas darte un golpe o quemarte y no sentir dolor?
La realidad es que estamos programados para sentir dolor, el problema es que no sabemos cómo gestionarlo, por eso, durante mi proceso para ser madre, investigué, estudié y me volqué en conocer la gestión de todos estos sentimientos y emociones que abruman a las mujeres que desean ser madres y ese deseo tarda en hacerse realidad.
Esta experiencia es algo que muchas mujeres, hombres y familias silencian y acaban minimizando con un «la vida sigue», pero sé por experiencia que las heridas emocionales están ahí, invisibles pero presentes, creciendo en silencio si no las atendemos.
Por eso, como parte del proceso hacia la maternidad, creo que es importante romper ese silencio y hablar de ese duelo temprano, ya que perder un bebé incluso en esas primeras fases, significa decir adiós a sueños, ilusiones y a un futuro imaginado.
Cuando un embarazo no llega a materializarse se experimenta un duelo real por todo lo que habíamos soñado y creado en nuestra mente: la crianza, el crecimiento, el amor incondicional… y ese duelo, merece ser reconocido.
Todo duelo merece ser reconocido
Por poco que haya durado tu embarazo o incluso sin haber llegado a producirse, todo duelo y pérdida merece ser reconocida desde el amor, la compasión y la empatía por lo que se ha sentido.
Y este reconocimiento no solo debe producirse por la mujer que lo está viviendo, también por las personas que la rodean.
Además, reconocer ese dolor es parte del proceso empático, porque la empatía no solo es hacer el esfuerzo por entender el dolor ajeno, la empatía está compuesta por varios elementos y uno de ellos es la “preocupación empática” y se caracteriza por ser esa emoción cálida que nos inunda con el deseo de querer mejorar el bienestar del otro, y ese es un ingrediente fundamental para contribuir en la sanación.
Un estudio realizado por el Departamento de Salud Reproductiva y Obstetricia de la Universidad de Ciencias Médicas de Teherán, concluyó entre otras cosas que: “Las complejidades y experiencias vitales relacionadas con la infertilidad están muy influenciadas por el contexto sociocultural en el que vive la persona infértil.”
Es decir, tanto la automirada como la mirada de los demás, te ayuda a sanar. Los entornos saludables en los que poder expresar lo que la mujer que busca ser madre siente debe formar parte del camino hacia la maternidad, porque poder mostrar lo que duele en entornos repletos de compresión ayuda a que la herida respire y finalmente termine por cicatrizar.
Por eso en mis cursos y programas ese espacio es esencial, para que cada futura mamá pueda expresar con total libertad sus experiencias con la pérdida, y ayudar así a normalizar ese duelo destinado a ser invisible.
Agradecer lo que te ha traído el camino, incluso la ausencia
Sé que mientras se transita este camino, algo como el agradecimiento parece complicado, pero la realidad es que la búsqueda de un hijo conlleva el autodescubrimiento, ojalá ese aprendizaje no estuviera ligado a un camino tan complejo, pero son estos procesos los que nos ofrecen la oportunidad de conocernos mejor, y no hacerlo es perder una gran oportunidad para nuestro desarrollo personal.
También sé que hacerlo es complicado, pero te aseguro que con las herramientas y el apoyo correcto, no solo te acercas a la maternidad, también construyes día a día un mundo interior más fuerte y resiliente que te permitirá darle un sentido al proceso y no vivirlo como una lucha.
«La maternidad es un proceso que se camina mucho mejor
cuando tienes herramientas que te permiten darle sentido al camino»
Recuerda que tu voz importa y tu historia también, y todas las pequeñas esperanzas que componen tu vida, por muy fugaces que hayan sido, también merecen atención. Es importante que confíes en tu valor como mujer capaz de crear vida, y confiar en que, aunque el camino se haga largo y duro, la meta que te espera merece la caminata, y la caminata merece la pena en sí misma si sabes tomar conciencia de cada paso.
En medio de cada pérdida, la esperanza invita a seguir adelante y, como decía la brillante autora Elif Shafak, la esperanza es una sustancia química capaz de desencadenar una reacción en cadena en el alma humana.
Esa es la fuerza que impulsa a seguir adelante y que hará posible el sueño de lograr tu deseado embarazo.
Con la idea de transmitir apoyo, esperanza y recursos escribí este post y ahora comparto contigo la entrevista completa.
Te invito a pulsar el play y disfrutar de estos minutos de charla que hice con un sentimiento profundo de amor y con la intención de dejar un recordatorio para todas las mujeres que lo necesiten, de que todo este proceso puede transformarse en crecimiento, y que la felicidad, incluso en los caminos más inesperados, es posible.